miércoles, 30 de julio de 2008

EPITAFIO


Foto: Rafael López




Bienaventurados los que mueren temprano, porque ellos recibirán la sepultura exigua de los justos. Bienaventurados los malditos de palabra...porque saborearon la desbandada de los mojigatos; bienaventurada la batalla de escribir para la tribu de ciegos, porque sus cráneos rotos no volverán a juntarse; bienaventurada la aristocracia muerta, las malas palabras mimadas, los que renunciaron a las rosas líricas, los que bebieron el cieno vicioso de los imbéciles. Bienaventurados los que supieron arrepentirse de la venta y se cruzaron de brazos frente al boulevard de las putas y los bellos travestis; bienaventurados los desesperados, los ebrios, los que gritaron ¡Muerte a los asnos! en su ruinosa caída desde el cielo. Bienaventurados los que abandonaron la miserable morada de la dicha cotidiana y se hicieron añicos ahogados en sus mismas maldiciones. Bienaventurados los que murieron jóvenes y supieron morir y sobrevivir a la vergüenza y a la peste, a la terrible peste de la pez.