lunes, 21 de julio de 2008

Los viejos poetas resisten, resisten


Jorge Martínez Mejía



Hay una reducidísima logia segura de su muerte. Sabe que los libros se cerrarán, que las palabras serán otra vez la torre trunca y ninguna conseguirá lo que buscaba. Las puertas están cerradas. Un ciego escribe en el polvo el viejo poema que le dictó Borges a Ulises antes de que se convirtiera en perro. Debajo de un árbol, junto al arroyo, Madeleine mira la tiza azul de Pepe Luis trazando la línea del horizonte por donde desfilan las voces de los poetas muertos. El flautista sigue tocando esa música similar al viejo atardecer en que el pobre Rimbaud regresaba sin su pierna.
Ha llovido ayer un extraño aguacero sin que se escuchara el viento. A la larga el poeta joven cambiará su camino y reirá pensativo con su querida dama. Mientras nos bebamos estas cervezas la vieja cantinera barrerá el bar sólo para que pensemos que la noche ha llegado a su fin, y debemos largarnos con nuestras chácharas de porquería a otra parte. Los viejos poetas resisten, resisten la insulsa nadería de estos tiempos y miran con tristeza como se muere la Princesa de Mayo.