viernes, 31 de octubre de 2008

La bestia escondida



Por Jorge Martínez Mejía



Desde el escondrijo de mi nombre veo pasar a los arrieros. Me he detenido en el inmundo fondo oscuro, a pesar de mis atuendos limpios, y les he visto buscarme con afán desmedido, con verdadero ahínco, con el instinto de los animales que tiemblan de miedo. Me he tendido casi a su lado para ver de cerca sus gestos y he visto como el odio se suaviza con el agua. Se han dado un descanso en la búsqueda y lavan sus ropas y sus cuerpos agitados. De las calles enlodadas por las que han corrido debajo de la lluvia han traído su fango en las faldillas. Antes yo he corrido por esas mismas calles, temeroso de mi muerte, y he encontrado el sitio justo para esconderme debajo de mi nombre. Hoy les veo, apaciguados ya, suavizados por el agua limpia de la fuente y el agotamiento. Su indulgencia por fin asoma como un niño a la caverna en donde la bestia resuella dormida.