martes, 17 de febrero de 2009

Italo Calvino y la escritura cibernética





En su ensayo de 1967 Cibernética y fantasmas. Apuntes sobre la narrativa como proceso combinatorio Italo Calvino expone una teoría de la literatura polémica como han sido pocas. Según él, el autor literario puede ser eliminado como sujeto y reducido a una serie de funciones que tan bien o mejor podría realizar una máquina programada a tal efecto. En este ensayo Calvino no sólo mata a al autor: se atreve a aventurar que la literatura no perdería nada, incluso ganaría en eficacia, si su producción no estuviera en manos de seres humanos. La base de esta teoría la toma Calvino de una concepción combinatoria del lenguaje. El primer lenguaje, nos dice, sólo servía para nombrar las cosas inmediatas. La ficción, que exige hablar de cosas que no están o no son, no era posible. El primer narrador por lo tanto tuvo que inventar, pero no lo hizo de cero sino combinando ya lo existente. Así descubrió una serie de fórmulas que son las que se repiten en el cuento popular, como han demostrado Vladimir Propp o Claude Lévi-Strauss. Siempre hay determinadas pruebas que superar, prohibiciones que transgredir, enemigos con atributos característicos… Esas constantes están determinadas por constricciones del lenguaje, es decir, que cualquier historia es posible mientras no rompa reglas lingüísticas que la hagan incongruente (el castigo no puede llegar antes de la transgresión, por ejemplo). Toda la ficción y toda la literatura pueden reducirse por lo tanto a una serie de selecciones con posibilidades dadas. Un narrador no hace otra cosa que ejercer esa operación mecánica de selección, siguiendo una serie de reglas intuitivas. Pero ese proceso binario de elegir entre opciones ¿no lo realizaría mejor un cerebro electrónico que uno humano, si conociéramos científicamente todas las reglas subconscientes que rigen el lenguaje? El escritor tal como ha sido hasta ahora es ya una máquina escribiente, al menos cuando funciona bien; lo que la terminología romántica llamaba genio, o talento, o inspiración no consiste más que en encontrar empíricamente, a olfato, cortando por atajos, allí dónde la máquina seguiría un camino sistemático y concienzudo, a la par que rapidísimo y múltiple. Pero hay algo en que la máquina no puede sustituir al hombre, se le puede objetar a Calvino: en la sensibilidad, la estética, el estilo. ¿Realmente eso es así?, nos responde. La “personalidad literaria” de un escritor no es otra cosa que su lenguaje, porque es en él en dónde se manifiestan. Sus mitos personales, sus figuras, sus temas… ¿Porqué un programa informático adecuadamente realizado no podría reproducir esto? ¿Esa personalidad no podría reducirse a una hoja de estilo? La llamada personalidad del escritor es interna al acto del escribir, es un producto y un modo de la escritura. (…) Desmontado y vuelto a montar el proceso de la composición literaria, el momento decisivo de la vida literaria será el de la lectura. El escritor no existe. Es un hombre funcionando como una máquina imperfecta. Pero la literatura no pierde por ello su componente humano. Este se desplaza al momento de la lectura, que es con el que ha contribuido el autor hasta ahora, primer lector de su obra. Y es en el momento de la lectura en dónde se dan todos los efectos profundos de emotividad y poeticidad, dónde surgen los fantasmas de cada época. Esta es la razón por la que leemos textos antiguos con ojos nuevos, porque reconocemos las reglas de siempre, pero es nuestra forma de interpretación la que ha cambiado. El relato construido según la función combinatoria es perfectamente claro. Somos nosotros quienes le andamos buscando otro significado de lo explícitamente dice. Hace poco dimos la noticia de que se había anunciado la primera novela escrita por un ordenador. Era una noticia que no se ha confirmado y que probablemente no sea cierta, pero indica sin lugar a dudas hacia dónde nos dirigimos. No debería resultar un golpe demasiado duro para el ego del escritor el verse potencialmente desplazado por una máquina, ya que siempre le quedará su condición de lector experto. Sin embargo, aún si la escritura puede reducirse a una función mecánica, Calvino nos dice que a la máquina le falta un factor evolutivo fundamental: puede crear el orden para la que se le ha programado, pero no desorden. Antes del advenimiento del Matrix literario la cibernética deberá dar un paso adelante: el de la máquina con sentido de la curiosidad.

Tomado de Papel en Blanco