lunes, 23 de mayo de 2011

Roberto Sosa, aún con nosotros

Roberto Sosa en San Pedro Sula
Fotografías de Gerardo Torrez
Texto: Fragmento de conversación con Edward Hood

Roberto Sosa: Yo nací en un pueblo de Honduras que se llama Yoro. Ha trascendido que allí llueven peces, y eso ha cobrado un carácter de universalidad. Esta circunstancia ha servido para literaturizar un poco el fenómeno. Para el caso, le conté una vez a Eduardo Galeano este hecho y él hizo un breve cuento sobre esto. Creo que el argumento del cuento se trata de un exiliado político que por alguna razón llega ahí y se asombra de ver a varias personas cargando con canastas llenas de peces. Pero sólo viví en ese pueblo hasta la edad de unos tres años; después salí de él y anduve por varios países y retorné a mi lugar de origen a los once años —después de conocer muchas ciudades de Honduras y de la República de El Salvador—. Mi padre era salvadoreño. Y debido a su profesión —era músico de banda— andaba para todo sitio. Me acostumbré un poco a sentir cierta nostalgia por un viaje próximo, por una circunstancia de llegada, de descubrimiento de algo nuevo, y por ahí pues que adquirí una psicología de viajero: me gusta viajar. Más tarde, leí que viajar es reformarse, y reformarse —según José Enrique Rodó— es vivir. De ahí, pues, repito, he sentido cierta inclinación por el cambio de ciudades, pero en los últimos años me he radicado aquí en Tegucigalpa. Estamos en mi casa, la he levantado con esfuerzo propio y estoy orgulloso de que sea así. Este es mi centro de trabajo, tengo un espacio de trabajo que es lo que yo creo que es una casa, un sitio de trabajo y también de descanso, porque después del trabajo, descanso. Es una íntima relación, casi musical.

























Este día por la madrugada murió Roberto Sosa, aún con  nosotros...

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