viernes, 23 de diciembre de 2011

FELICIDADES POETAS





 
PERO VAS A SEGUIR CON LA PUTA

 




Tus ojos verán algún día, sin saberlo, a la bella sin nombre, a la loca, a la maldita perra, tan esquiva, buscando a un hombre sólo por su verga. Entonces vos, maldito poeta, renegado poeta, te vas  a dar cuenta que lo hace porque vos estás ahí. Vas a estar ahí, condenado y absuelto, enterrado en el prejuicio, en el amargo desprecio a vos mismo. Su vida, aparentemente armoniosa  ocultará el desastre. Y la vas a ver bebiendo su cerveza con estilo, en un vaso alto, o en una copa, y sonreirá altiva, soberbia. Y vos vas a intentar llamar su atención porque es a vos que te dice todo, pero no te escucha la maldita. Vos sabés que entre más te ignora, más quiere captar tu atención porque su plan es arruinarte, echarte a perder. Y vas a querer describirlo todo, conservar cada detalle para restregárselo en el pico un día, pero la maldita sigue así, con su pierna cruzada como puta barata, lujuriosa puta para otros, pero para vos nada. Entonces te vas a dar cuenta que ella es la poesía, la puta poesía, la maldita poesía que te ha hecho verga la vida. Por ella has escrito miles de versos perfectos, por ella te has desvelado miles de noches, te has bebido miles de cervezas y te has fumado miles de porros, sólo por encontrarla o por celebrarla, y cuando la ves, sabiendo vos que ella, al fin ahí, te ignora de esa manera tan vil. Y estás seguro que es ella, no puede ser otra. Es la maldita perra, la poesía, la puta; por ella sos un vil y arruinado poeta, un andrajo humano, full sentimientos, full caravana de pendejadas nocturnas, full palabras bellas. Vos, hijo de puta, poeta, mierda, tenés que despertar de inmediato, darte cuenta de lo que pasa. Tenés que dejar la culerada de estar viendo a la perra como un baboso. Tenés que hacerte hombre, renegar de esa postración.

Si te levantás y te vas a la verga no vas a saber qué  pasó con ella. Si te quedás como un imbécil, vas a sufrirla toda la noche porque ella está ahí sólo para arruinarte.

Buscá entonces un papel, un lápiz cualquiera, un fósforo quemado, y empezá a escribir cualquier culerada. Pero escribí eso. Lo que te hace, no hagás tonterías.

Te lo voy a dictar. Escribí:

La puta tiene, en vez de cabeza, un pedazo de vidrio, una mosca baila en derredor de mi nariz. Arde preciosa, ¡Zas, plas, chaz! Muere. Había una vez una putita llamada poesía que coqueteaba con todos menos conmigo. Yo empecé a lamentarme como un vil pedazo de mierda y ella se encariñó más en joderme.

Ya. Dejá de escribir.








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