POR JORGE MARTÍNEZ MEJÍA
Nos han dicho que escribir poesía es cosa de poetas, de maestros de la palabra. Y, de manera paradójica, el lenguaje más cercano a la poesía es el lenguaje coloquial (Octavio Paz). Es un intento de asir la verdad, de iniciar el viaje hacia nosotros mismos, al origen que nos constituye, a nuestra historia personal. La intimidad del poeta no es solamente suya, al desnudar su palabra, el poeta descubre la palabra del otro. La palabra es un poema esencial que guarda el secreto de uno y de la multitud. Es una pájara que deslumbra y persuade, que muestra y esconde su maravilla y nos incita a continuar. Pero también es la impura, la maldita, la prostituida, la ajena a todos y la que todos han hecho suya. No obstante, quien inicia el camino de la poesía no encuentra un camino seguro. Todo es movedizo, acuoso y desértico, difuso y nebuloso. En su iniciación el poeta sigue las señales de otros. Búsqueda de la verdad en la verdad de otros. Imitación. Esclavitud. Soledad. Sentido de orfandad. Encuentro y desencuentro. No hay innovación, sólo es una búsqueda del camino propio que no se encuentra si no siguiendo el camino de los demás. Terrible repliegue sobre nosotros mismos. No somos nadie sin el otro. Solidaridad, fraternidad, hermandad anónima, pleitesía a los que sufrieron para enseñarnos el camino, el gólgota de la palabra. Sólo muriendo nos reconocemos a nosotros mismos. La primera lección del poeta es la humildad, el reconocimiento de su ceguera. Todos nos encontramos en la misma noche y sólo los libros, la sombra de los otros, nos ilumina. Yo soy ese poeta que anda en medio de la sombra escuchando las voces perdidas de otros que inician el camino de la poesía. Así me encontraron, a mitad de la vida y de la noche, Baudelaire, Bretón y Huidobro. Aquí, aislado y sin nada qué decir, callado, sin ninguna palabra, he escuchado, atento, y otras voces inician su recorrido. Fascinadas imágenes, tensas en su propia búsqueda. Poesía inocente, poesía fresca que forcejea en la búsqueda de su propia forma, sincera, distinta al silencio, a la blanca oscuridad de estar callado. Palabras temerosas.
Cristhian Murillo, Tatiana Palacios, Angélica Sanabria, Sherry Leemae Urbina, Moisés Alemán Buezo y Fabricio Bonilla, han iniciado el recorrido.
Sin ver nada, junto a Cristhian nos hemos encontrado en nuestra noche gris y hemos escuchado otras voces para reconocernos, para no perdernos. Hemos buscado otras voces para no seguir a oscuras y nos han respondido que no decimos nada, que no hay belleza en nuestra palabra, que no hay poesía en nuestra voz. Por eso seguimos conversando, dispersos a veces, construyendo un poema que aún está en silencio. Pero estás son nuestras voces. Un día serán más claras y escuchadas por los poetas mayores. Para entonces, ya caminaremos solos, o estaremos en definitivo silencio.
El Doctor Jaime Núñez, Vice Rector Académico de la UNICAH,
con un primer ejemplar de Antiquísimo soldado de viento.
"Este grupo de jóvenes han decidido apostar por la palabra. Bien saben ellos que con palabras creó Dios el mundo. Con su poesía demuestran una vez más que el verbo dignifica la existencia y, cuando se reviste de belleza, como en este caso, cumple su misión más sublime".
Sara Rolla
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La colección de poemas Antiquísimo soldado de viento es el resultado del Taller literario "Edilberto Cardona Bulnes", realizado en la Universidad Católica "Nuestra Señora Reina de la Paz", campus San Pedro y San Pablo, bajo la dirección del escritor Jorge Martínez Mejía y la coordinación de la Licenciada Martha Luz Martínez. Se realizó de los años 2006 al 2008.
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Los jóvenes poetas revisan la portada de la colección de
sus poemas.
La Licenciada Martha Luz Martínez, Coordinadora
del taller literario y del Café Literario en la Universidad
Católica de Honduras.
Ángela Palacios
Sherry Leemae Urbina
Christian
Fabricio Bonilla
Moisés Alemán
Angélica Sanabria
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